Mac Ramsey (former agent of NSA, now BHU)

miércoles, julio 19, 2006

Si vas para Chile... II

... y se va la segundaaa!!!

(digo, para seguir con el clima telúrico)

Ahora que la puerta ya no tiene guardia a la vista (está nadando con los pececitos, allá abajo...), procedo a ingresar en la hacienda.
Obviamente, esta entrada no es la principal, ya que desemboco en un área donde hay unas cajas de madera apiladas y una puerta que comunica con el patio principal, donde se desarrolla en estos precisos momentos la fiesta de presentación del vino.
Trepo sobre las cajas de madera, que están convenientemente apoyadas sobre un muro, y llego a otra zona de la residencia (como un pequeño jardín interno), con plantas varias, una palmera y una fuentecita.
Los guardias vienen incluídos.

Espero escondido tras la palmera a que uno de ellos entre en la casa y paso subrepticiamente al lado del otro guardia (que está dormido). Entrando en la casa propiamente dicha, cruzo una gran habitación de recreo (porque no creo que la mesa de pool esté para otra cosa) y me escondo en un armario. Con tranquilidad me tomo unos minutos para chequear mi "gadget" y planear un poco mi estrategia. Por lo visto, este uniforme de guardia que llevo puesto de manera tan "chic", no se usa por estos lares. Acá se usa algo más del tipo paramilitar; borceguíes, caquis y gorrito de visera. Voy a tener que agenciarme uno de esos, si no quiero pasar por "demodé" (y pasar a mejor vida también).
Salgo de mi escondite y comienzo a recorrer habitaciones vacías hasta llegar a un pequeño hall de distribución. Por una de las puertas entro en la cocina, y a través de ella, accedo por una puerta hacia un patio (no el principal), donde hay trabajadores estibando cajas, custodiados por algunos guardias. A mano izquierda, aseguarado a la pared, hay un caño de desagüe, por el cual trepo hacia el techo de la cocina.
Caminando por el mismo, tengo acceso a las ventanas de las habitaciones del primer piso. Entrando por la ventana, ingreso en la biblioteca/sala de música y me encuentro con mi objetivo Nº1: el veterano.
Absorto con su interpretación en el violoncello, no se percata de mi presencia. Desde atrás del piano de cola, lo emboco con un plomito en la nuca.

Debo acotar a esta altura, que antes de partir a esta misión, la gente de la Agencia me habilitó con ciertos "upgrades" para mis utensilios. Por una módica suma, mi pistola Silverballer .45 cuenta ahora con silenciador incorporado, así como también cuento con munición acorde al caso. Dejo el cuerpo despatarrado en el piso (ni me molesto en esconderlo) y vuelvo por donde entré.

Mi segundo objetivo se pasea desde el patio principal hasta la bodega subterránea, acompañando en una suerte de "tour turístico" a sus invitados.
Regreso a la cocina y consulto a mi aparatejo nuevamente. En el pequeño hall de distribución que está afuera, hay una puerta que me conduce a unas escaleras, que a su vez me llevan a lo que vendría a ser la parte trasera de la bodega.
Bajando por la misma, y llegando casi al final de 4 tramos de escalera, me encuentro con un guardia (de los paramilitares). Para de pecho un par de plomitos y yo me lo llevo escaleras arriba.
Además de hacer ejercicio, aprovecho sus vestimentas y lo escondo en un freezer horizontal que está en la cocina.
Ahora puedo pasearme a mi antojo por la bodega y buscar a mi segunda "marca".
La parte trasera de la bodega no es otra cosa que el laboratorio de "cameruza" del nene. Recorro un poco más y llego a una especie de recámara donde se pueden ver 3 ó 4 grandes toneles de madera incrustados en la pared. De cerca me percato que uno de ellos es falso, y tiene una especie de compuerta.
La atravieso y llego a la bodega propiamente dicha. Busco un buen escondite y espero.
Pocos minutos después puedo ver entrar a mi objetivo y desde las sombras lo llevo a las mismas, cortesía de una bala calibre .45.
Lo escondo (a este sí, porque hay una cantidad de gente en la vuelta y quiero tener tiempo de una retirada honrosa), y procedo a irme por donde vine.

Haciéndome el gil, salgo de la hacienda con rumbo hacia donde dejé mi traje. Luego de pegar el cambiazo de indumentarias, comienzo a transitar una senda que zigzagea hacia abajo, hacia el río, donde en un pequeño muelle reposa un hidroavión. Ese es mi pasaje de ida, al cual llego, no sin antes esquivar un par de trabajadores y guardias que andaban en la vuelta.

De souvenir, me traje una botellita...
... digo, para despuntar el vicio.

A la salud de los billetitos que van viniendo!