Mac Ramsey (former agent of NSA, now BHU)

jueves, mayo 05, 2005

Sicilia

Ok. Favor con favor se paga.
Ciertas circunstancias me llevaron a solicitar ayuda a mi ex-agencia. Tenía que ubicar a alguien.
Casualmente, la persona a quien buscaba estaba bajo la "custodia" de un "capo de mafia" local.
De ahí lo del principio. Nada es gratis en esta vida. Y menos los favores.
Yo quería recuperar a cierta persona y mi ex-agencia quería al capo "six feet under".
Desde afuera de la pequeña villa, pude observar con mis prismáticos, que la seguridad del lugar era extrema ( y desconfiada).
En el camino que lleva a la entrada de dicha villa, me crucé con un cartero. Como dice el nombre de aquella novela (llevada luego al cine) el cartero llama dos veces. Este cartero en cuestión, no llegó a tocar ni siquiera una vez.
Rápidamente utilicé el cable de fibra que siempre llevo encima, para este tipo de casos en los que el silencio es oro (Silence is golden, viejo éxito hippie de los 60´s).
Tomé sus ropas, su entrega especial (un ramo de flores) y procedí a esconder mis armas. Si los guardias me iban a revisar a la entrada (110% de probabilidades a favor), no creo que me dejaran pasar a visitar a su jefe. No sin antes convertirme en un contenedor de plomo ambulante.
Pasando el primer control, me encontré dentro de la "modesta" villa.
Amplia, con muchos rincones y recovecos; galpones y demás construcciones adyacentes a la casa principal.
El segundo control me franquea la entrada, haciendo confianza en que los guardias del primero habían hecho su trabajo a conciencia.
Traspongo la puerta principal para ser recibido por una mucama, flanqueada por un guardia.
Luego de entregadas las flores, la mucama desaparece tras una gruesa puerta doble, seguida de cerca por el guardia.
Hasta ahí todo marchaba bien. Según la información que se me había facilitado, el capo se encontraba en alguna habitación de la planta superior. De día y armado solamente con un cable de fibra, no iba a ir muy lejos. Necesitaba un arma para cumplir con mi misión.
Sigilosamente abrí las puertas por donde momentos antes la mucama y el guardia se habían retirado.
Sorpresa.
El guardia se había quedado distraído. Parece que finalmente recibió una mala noticia, porque un "cable de último momento" le cortó el habla (y la respiración también).
Mal chiste.
Me cambio de ropas nuevamente (tipo transformista en un café concert), me quedo con su arma y escondo el cuerpo detrás de un sofá.
Es cuestión de tiempo hasta que alguien de con él. El tiempo es oro (ahora me acuerdo de Berch Rupenián y su última incursión televisiva). Salgo de la habitación y me encuentro con la mucama, convenientemente (para mí) de espaldas. Si esta tipa me ve de nuevo, pero ahora vestido de "security", soy boleta.
La boleta se la pasé a ella. Con el mismo método usado hasta ahora. La única diferencia es que esta vez no me cambié de ropas (ya sería el colmo, porque a esta altura ya estaría demostrando una peligrosa tendencia de mi persona).
Segunda planta.
Recorro sigilosamente ambos accesos al segundo nivel de la casa. Ambas entradas están custodiadas por matones. No tengo otra chance. Tampoco tengo un silenciador. En este preciso momento me vendría muy bien el arma con silenciador que dejé escondida afuera.
No se puede tener todo en la vida.
Vuelvo sobre mis pasos, notando con sorpresa, que las habitaciones de la planta baja están prácticamente sin ninguna vigilancia.
Obviamente esta gente está muy confiada en cuanto a su sistema de seguridad externa.
Llego hasta una pequeña habitación en el fondo, la comienzo a revisar y... oh la la ! (leer esta última expresión con acento a franchute barato).
Cargadores varios, una Desert Eagle (je, je), todo viene bien. Este hallazgo mejoraba definitivamente mi paupérrimo armamento hasta el momento (una modesta Beretta).
Esta fiesta está a punto de pasar al siguiente nivel. El nivel ruidoso. Chequeo el estado de mi "vest" (en castellano, chaleco anti-balas. No van a negar que queda mas "chic").
Ok. Showtime!